Kukulcan Pyramid

Pirámide de Kukulcán

El templo de Kukulcán, popularmente llamado “El Castillo”, se levanta majestuosamente en la península de Yucatán, dentro del estado homónimo.

En este artículo profundizaremos en la Pirámide de Kukulcán, si tu quieres saber más sobre la deidad Kukulcán, entonces puedes visitar el siguiente enlace: Kukulcán: El Resplandor de la Deidad Maya y Su Legado

Vista aérea de la Pirámide de Kukulcán en Chichén Itzá

Este monumento histórico, erigido en el siglo XII por el pueblo maya itzae, es el corazón de Chichén Itzá, metrópoli fundada en el siglo VI d. C. Su diseño, de corte piramidal, se compone de nueve terrazas, cuatro caras principales con escaleras y culmina con un templete en la cima.

Este imponente templo fue un lugar sagrado dedicado al dios Kukulcán, también denominado en maya yucateco como Kꞌuꞌukꞌul Kaan o ‘serpiente de plumas’. Por ello, es posible distinguir elementos serpentinos en su decorado.

Además, integra símbolos que evocan cifras esenciales en el calendario solar, el Tzolkin (calendario ritual) y el ciclo calendárico. Su meticulosa orientación permite la observación de espectáculos lumínicos, que se manifiestan en sus equinoccios y solsticios anuales.

En 1988, la Unesco honró a Chichén Itzá, designándola Patrimonio de la Humanidad. Avanzando en el tiempo, en 2007, gracias a una votación digital impulsada por el cineasta suizo Bernard Weber y la New Open World Corporation, el templo de Kukulcán fue proclamado como una de las “Nuevas siete maravillas del mundo moderno”.

Es esencial precisar que fue solo la pirámide de Kukulcán, y no el complejo arqueológico completo, el que se llevó el reconocimiento, reafirmando así su importancia y prominencia dentro del sitio.

Tamaño

Dimensiones: Foto: wikipedia.org

Al ponerla en perspectiva con la pirámide de Keops en Egipto o con la pirámide del Sol en Teotihuacán, el tamaño de la pirámide de Kukulcán parece modesto: Mientras que Keops se alza a unos 147 m y la del Sol alcanza los 65 m (sin contar un posible templete de 10 metros adicional), la pirámide de Kukulcán llega a 30 m desde la base de sus caras.

Así, en términos de altura, el templo de Kukulcán no compite con otras majestuosidades globales; de hecho, la pirámide del Templo del Gran Jaguar en Tikal, con 47 m, la supera. Sin embargo, lo que realmente distingue a esta estructura son sus detalles arquitectónicos y sus connotaciones ligadas al calendario y la astronomía de la Cultura Maya.

Templo el Castillo o Pirámide de Kukulcán por dentro

Chac Mool. Pirámide de Kukulcán por dentro. Foto: wikipedia.org

En 1566, fray Diego de Landa narró las características del templo en el documento titulado Crónica de los hallazgos de Yucatán. Siglos después, en 1843, John Lloyd Stephens detalló con precisión la forma de la pirámide en su obra titulada Viaje por Yucatán.

Durante ese período, el sitio arqueológico de Chichén Itzá formaba parte de una finca del mismo nombre, bajo la propiedad de Juan Sosa. Ilustraciones de Frederick Catherwood en el libro revelan una pirámide invadida por una espesa vegetación.

Fotografías del comienzo del siglo XX corroboran esa imagen de naturaleza entrelazada con la construcción.

El Carnegie Institute of Washington pidió autorización en 1924 al Gobierno de México para emprender investigaciones y restauraciones en Chichén Itzá. Los esfuerzos comenzaron en 1927 con la colaboración de expertos locales.

En 1931, ante la suposición de una pirámide preexistente bajo la estructura visible de Kukulcán, comenzaron excavaciones profundas, a pesar de las dudas de la época. El arqueólogo José Erosa Peniche fue fundamental para que se dieran luz verde a tales estudios.

Jaguar (balam) en el interior del templo de Kukulcán. Foto: wikipedia.org

El 7 de junio de 1932, se descubrió una caja con artefactos de coral, obsidiana y turquesa junto a restos humanos; estos objetos se muestran actualmente en el Museo Nacional de Antropología en la capital mexicana.

Tras intensas labores, en abril de 1935 se halló una figura de Chac Mool adornada con incrustaciones en concha en sus extremidades, ojos y dentadura, en un espacio apodado como la sala de tributos o recámara norte.

No muy lejos, en 1936, un segundo espacio fue revelado, llamado cámara del ritual, en cuyo interior se ubicaron filas de huesos humanos y una estatua de un jaguar rojo decorada con 74 pedazos de jade y ojos de medias lunas de la misma piedra.

Sobre el felino había un círculo de turquesas, quizás usado para inciensos, ambas representaciones miran hacia el nor-noreste. Se dedujo la presencia de una pirámide interior de unos 33 metros de ancho y 17 metros de alto, datada alrededor del siglo XI d. C.

Una vez terminados los estudios, se estableció una entrada en el exterior para que los visitantes pudieran acceder. A esta pirámide preexistente se la denomina “subestructura”.

Símbolos y Calendarios

Pirámide Maya El Castillo en el sitio Arqueológico de Chichen Itzá

El templo de Kukulcán en Chichén Itzá es un testamento del vasto entendimiento maya en áreas como las matemáticas, la geometría, la acústica y la astronomía.

Originarios de una cultura con raíces en la agricultura, los mayas estudiaron meticulosamente los patrones estacionales, así como los movimientos del Sol y las estrellas. Esta observación meticulosa culminó en la construcción de este monumento, un homenaje a su deidad, Kukulcán.

Siguiendo la tradición de las civilizaciones mesoamericanas, los mayas adoptaron un calendario solar agrícola, denominado Haab. Este se divide en 18 meses o “uinales”, y cada uinal consiste en 20 días o “kines”, totalizando 360 días. A estos se les suman cinco días adicionales, percibidos como inauspiciosos, llamados “uayeb”.

El castillo, templo o pirámide de Kukulcán, presenta cuatro series de escaleras, y cada serie tiene 91 peldaños. Si sumamos estos, obtenemos 364, y al añadir la plataforma superior del edificio, llegamos a 365, representando cada día del Haab.

El segundo sistema temporal, el Tzolkin o calendario sagrado, tiene 13 meses, con 20 días en cada mes, dando un total de 260 días. La interacción entre el Tzolkin y el Haab crea un ciclo que se repite cada 18,980 días (equivalente a 52 años). Esto significa que tras 52 rotaciones del Haab, la sincronización de ambos calendarios comienza de nuevo.

Templo de Kukulcán

Estos números (18 uinales, 20 kines, 5 uayeb, y 52 ciclos) están codificados intrincadamente en la pirámide de Kukulcán. Si nos posicionamos frente a cualquier lado del monumento, y centramos la vista en las escaleras, podemos ver nueve plataformas.

Multiplicando por 2, obtenemos 18, coincidiendo con los uinales del Haab. En la cima del castillo, había cinco ornamentaciones por lado, totalizando 20, simbolizando los 20 días por uinal.

En cada nivel, existen paneles en relieve; sumando todos los paneles de una fachada, obtenemos 52, evocando los 52 ciclos del Haab. Adicionalmente, el edificio presenta 260 formas geométricas, que resuenan con los días del Tzolkin.

Por lo tanto, El Castillo en Chichén Itzá no solo es un tributo a Kukulcán, sino que también actúa como un reloj, subrayando la importancia de los ciclos temporales para la civilización maya.

Fenómeno sonoro: Acústica en escalinata

En las últimas décadas del siglo XX, con el auge turístico en Chichén Itzá, los guías turísticos hallaron fortuitamente un fenómeno sonoro en la escalinata norte de la pirámide. Al aplaudir directamente frente a esta escalera, el eco regresa transformado, no como el sonido original, sino emulando el trino de un quetzal.

En términos técnicos, lo que sucede es que el aplauso se dispersa y encuentra primero los escalones bajos, y milésimas de segundo después, los altos. Esa mínima diferencia temporal genera interferencias en las ondas sonoras reflejadas, resultando en ese distintivo eco.

Curiosamente, este fenómeno solo se manifiesta con sonidos de baja frecuencia, como el de un aplauso.

Pirámide de Kukulcán: Escucha la acústica en escalinata emulando el canto de un quetzal.

El misterio equinoccial en Chichén Itzá: Descenso de Kukulcán

Efecto visual del descenso de Kukulcán. Foto: wikipedia.org

A lo largo de un año, si observamos el amanecer desde un lugar específico, notaremos que el Sol surge en distintos puntos del horizonte, alterando su recorrido celeste. Esta variación se atribuye a las dinámicas terrestres: su rotación, su órbita en torno al Sol, la oscilación de su eclíptica y el ángulo de inclinación axial.

En el hemisferio norte, el Sol parece posicionarse más al sur durante el solsticio de diciembre, cruza un punto medio en el equinoccio de marzo, alcanza su punto más norteño en el solsticio de junio, retorna al punto medio en septiembre y, finalmente, reinicia este ciclo anual. Además, esta percepción del Sol se modifica al cambiar de latitud.

Los mayas, meticulosos observadores celestiales, tenían en cuenta estas fluctuaciones y diseñaron la pirámide de Kukulcán conforme a ellas. No solo desde una perspectiva arquitectónica, sino que también alinearon su fachada noreste con un sesgo de alrededor de 20° respecto al norte puro.

Durante los atardeceres equinocciales de marzo y septiembre, en la escalinata noreste de la pirámide, se manifiesta un patrón solar en forma de serpiente: siete triángulos luminosos invertidos, fruto de la interacción de la luz con las nueve terrazas del monumento.

En Chichén Itzá, esta luminiscencia en la Pirámide de Kukulcán adquiere un carácter majestuoso. La alineación de luz y sombra parece recrear el descenso de una serpiente, culminando en la cabeza de la serpiente emplumada en la base.

Este espectáculo se da por unos cinco días alrededor de los equinoccios. La secuencia comienza unas tres horas previas al anochecer. Primero, una línea luminosa serpenteante emerge, que gradualmente se consolida en siete triángulos, visibles solo por diez minutos, antes de empezar su gradual desvanecimiento.

Dentro del ámbito académico, existe un argumento que sugiere la falta de pruebas concretas de que el fenómeno lumínico haya sido intencionalmente creado por el diseño maya. Se basan en estudios que indican que tal espectáculo puede ser presenciado, con mínimas variaciones, durante un periodo extenso de semanas.

Otros análisis proponen una visión diferente, argumentando que, aunque no se limite estrictamente a un par de fechas, el fenómeno es parte de un ciclo que se extiende desde mediados de febrero hasta finales de octubre.

Estos sugieren que está vinculado a la observación de Venus y a las fases agrícolas del norte de Yucatán, coincidiendo con tradiciones similares en áreas mayas del norte peninsular, heredadas de tiempos precolombinos.

En Mayapán, sitio arqueológico, hay una pirámide más pequeña, pero proporcionalmente similar, y también dedicada a Kukulcán. Durante los solsticios, se puede presenciar una representación lumínica similar a la serpiente, pero su visibilidad es limitada debido al estado de conservación del monumento.

En 1566, Diego de Landa relató que los mayas conmemoraban, el día 16 del mes Xul, la figura de Kukulcán, a quien veneraban como divinidad.

Esta tradición se extendía por toda la civilización maya hasta la caída de Mayapán; después, solo los tutul xiues la continuaron en Maní, su ciudad principal. Tras períodos de ayuno y purificación, los clérigos se congregaban en el templo de Kukulcán, pasando cinco días y noches en meditación y ejecutando danzas rituales.

Las fachadas sudoeste y este de la Pirámide de Kukulcán están en mal estado, lo que impide la observación de cualquier fenómeno lumínico durante los amaneceres equinocciales. Sin embargo, es posible que, de ser rehabilitadas las partes dañadas, se pudiera percibir un efecto similar, con la ilusión del ascenso serpenteante hacia la pirámide, a través de la escalera sudoeste.

Solsticios en Kukulcán

Fachada iluminada (NNE) y fachada en sombra (ONO)

Desde finales del siglo XX, especialistas en arqueología comenzaron a prestar atención a los eventos lumínicos producidos en los solsticios de verano e invierno. Sin embargo, no fue hasta junio de 2007 cuando se llevó a cabo un análisis detallado de estos acontecimientos.

Expertos del Instituto Tecnológico de Mérida, junto con profesionales del INAH, confirmaron que durante los albores del solsticio de junio (estación veraniega del hemisferio norte) y por un lapso de 15 minutos, las caras NNE y ESE de la pirámide de Kukulcán reciben la luz solar directamente, mientras que las caras ONO y SSO quedan sumergidas en la penumbra.

Esto significa que la mitad de la estructura se encuentra bañada en luz, y la otra mitad, en sombras, simbolizando con precisión el instante del solsticio.

Trayectorias solares en solsticios y equinoccios. Foto: wikipedia.org

De manera análoga, este juego de luces y sombras tiene lugar en el solsticio de diciembre (temporada invernal del hemisferio norte). Sin embargo, al caer la tarde, las caras ONO y SSO se iluminan, mientras que las caras NNE y ESE quedan eclipsadas.

Este espectáculo lumínico en la Pirámide de Kukulcán es resultado de una orientación de aproximadamente 20° en relación al norte verdadero y la posición geográfica en la que se asienta la pirámide.

Efecto del paso cenital por la Pirámide de Kukulcán

El cruce o paso cenital hace referencia al instante en que el sol se posiciona directamente sobre un punto específico de la tierra, resultando en la ausencia de sombras. Este fenómeno es exclusivo de la región geográfica delimitada por el Trópico de Cáncer y el Trópico de Capricornio.

Fuera de estos límites, el sol nunca alcanza una posición completamente vertical, ya que su ubicación se inclina hacia el norte o el sur. En los propios trópicos, el cruce cenital sucede una sola vez al año: se sincroniza con el solsticio de verano (20 o 21 de junio) en el Trópico de Cáncer y con el solsticio de invierno (21 o 22 de diciembre) en el Trópico de Capricornio.

Paso cenital por la Pirámide de Kukulcán: Foto: wikipedia.org

Para las demás localidades entre estos dos trópicos, el fenómeno se presenta en dos ocasiones anuales, con fechas variables según la latitud.

Por ejemplo, en Xochicalco, este evento astronómico sucede el 15 de mayo y el 29 de julio, mientras que en Monte Albán es el 8 de mayo y el 5 de agosto.

En el caso de la Pirámide de Kukulcán, dada su posición geográfica de 20° 40′ 58″ latitud norte, los días de cruce cenital son el 23 o 24 de mayo y el 19 de julio.

Expertos en la disciplina de la arqueoastronomía han indagado y registrado lo que acontece en estos sitios arqueológicos durante estas fechas específicas. Los pioneros en las investigaciones en Chichén Itzá incluyen a Franz Tichy, Johanna Broda y Susan Milbrath.

Broda argumentó que las civilizaciones de Mesoamérica seleccionaron intencionadamente la localización de sus recintos sagrados, basándose en el trazado solar y teniendo en cuenta estos cruces cenitales.

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Preguntas Frecuentes sobre la Pirámide de Kukulcán

¿Qué significa la Pirámide de Kukulcán?

Su impecable equilibrio de la la Pirámide de Kukulcán refleja el calendario maya: 18 segmentos (equivalentes a los meses de 20 jornadas cada uno) y 365 escalones (días anuales).

¿Quién construyó el Templo o Pirámide de Kukulcán?

El templo fue construido en el siglo XII D.C. por los residentes de esta milenaria metrópoli maya, conocidos como itzáes.

¿Dónde está ubicada la Pirámide de Kukulcán?

La Pirámide de Kukulcán se ubica en la península de Yucatán, en México, específicamente en el municipio de Tinum, Yucatán, dentro del sitio arqueológico de Chichén Itzá.

¿Qué cultura construyó la Pirámide de Kukulcán?

La Cultura Maya fue la encargada de construir la Pirámide de Kukulcán, los itzáes se destacaban por sus bastos conocimientos en astronomía.

R. Pirámide de Kukulcán o Templo El Castillo en Chichén Itzá


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